La gran variedad en la composición de mermeladas obliga a fijarse en la lista de ingredientes para elegir la que más convenga.
En muchas ocasiones, el consumidor no conoce con exactitud el
significado que se esconde detrás de cada una de las denominaciones
legales de los alimentos: ingredientes, formas de elaboración e incluso, contenidos mínimos. Esto sucede a la hora de elegir las
mermeladas, ya que es fácil dudar entre tomar una mermelada o una
confitura por no saber qué diferencia hay entre ambas.
Otra de
las dudas que pueden surgir a la hora de elegir un tipo u otro de
mermelada se origina porque hay nuevas versiones con menos azúcar que,
sin embargo, siguen manteniendo el característico y buscado sabor dulce.
El hecho de que las mermeladas no incluyan entre sus ingredientes
azúcar no significa siempre que sean bajas en calorías.
CON AZÚCAR AÑADIDO: CALORÍAS DE SABOR DULCE
Ésta
es la mermelada tradicional que se elabora a base de frutas a las que
se añade una elevada cantidad de azúcar. El que contiene en su
composición es el azúcar común, conocido como sacarosa. Más de la mitad
del producto suele ser azúcar y es el componente que actúa como
conservante, además de los propios ácidos de la fruta, que también
colaboran en su conservación. Por ello, las mermeladas son alimentos que
tienen un periodo de vida muy largo. El aporte energético del azúcar en
las mermeladas ronda las 180-200 calorías por 100 gramos.
Dentro
de este tipo de mermeladas las hay de multitud de sabores: fresa,
frambuesa, melocotón, albaricoque, ciruela o kiwi, entre muchas otras.
La diferencia entre unas y otras es el tipo de fruta utilizado en su
elaboración, ya que la cantidad de azúcar añadida no varia mucho de unas
a otras.
CON FRUCTOSA: APTA PARA DIABÉTICOS
En la
elaboración de las mermeladas con fructosa, a diferencia de la
tradicional, se sustituye la sacarosa por fructosa, un carbohidrato que
da sabor dulce y resulta apto para las personas con diabetes, en
particular para las que padecen diabetes tipo I, dependientes de la
inyección de insulina. La fructosa se encuentra de forma natural en las
frutas y en la miel. Su poder edulcorante es el responsable del sabor
dulce.
La fructosa ofrece numerosos beneficios a las personas
diabéticas: se absorbe rápidamente en el organismo pero no provoca
cambios bruscos en los niveles de glucosa en sangre. Otro de los
beneficios es que no estimula la secreción de insulina. En ocasiones,
este tipo de productos se acompañan del mensaje ''mermeladas sin
azúcar'', lo que puede llevar a una confusión sobre su aporte calórico
si no se leen las etiquetas. Aunque estas mermeladas contengan fructosa
en lugar de sacarosa esto no significa que aporten menos calorías que
las que contienen azúcar. El aporte energético de ambas sustancias
edulcorantes es similar; tanto la sacarosa como la fructosa aportan 4
kilocalorías por gramo.
Por este motivo las mermeladas con
fructosa no son más adecuadas para las personas con sobrepeso u
obesidad, aunque sí pueden ser una buena opción para quienes tienen
diabetes. Por otra parte, el consumo excesivo de fructosa contribuye a
aumentar el nivel de los triglicéridos en sangre, por lo que no se ha de
abusar de este producto en caso de hipertrigliceridemia.
En el mercado también podemos encontrar mermeladas con menos proporción de fructosa que las anteriores. Estas mermeladas son más adecuadas para personas que padecen sobrepeso u obesidad, aunque siempre hay que tener en cuenta la cantidad que se tome. Puede darse el caso que no se consuma habitualmente mermelada, por lo que el criterio para elegir una u otra sería más por el gusto que por el contenido en calorías.
SIN AZÚCAR AÑADIDO
Estas mermeladas contienen un valor energético muy bajo porque los edulcorantes que sustituyen al azúcar no aportan calorías como la sacarina, el aspartame o el ciclamato, entre otros. Por ello, son adecuadas para personas que siguen dietas bajas en calorías y para quienes tienen diabetes o hipertrigliceridemia. En definitiva, la clave para elegir un tipo de mermelada está en fijarse en la lista de ingredientes. Si se trata de un alimento cuyo consumo es ocasional, por ejemplo para tomar en los desayunos del fin de semana, no habría motivo para privarse de una mermelada tradicional, salvo si se padece diabetes. ENTRE MERMELADAS Y CONFITURAS Tal y como se desprende del análisis efectuado por CONSUMER EROSKI en 2006, para escoger entre una u otra marca de mermelada o confitura es importante tener en cuenta la denominación: normal, extra o tipo light; su proporción de fruta y azúcar, y los aditivos, así como no dejarse llevar por que el tarro aparente una fabricación más casera. Tanto las mermeladas como las confituras están realizadas a partir de la cocción de fruta en almíbar (agua y azúcar). La mermelada se elabora con un contenido mínimo de fruta -entera, troceada o triturada- del 30%. Si la fruta representa más del 50% se denomina ''extra''. En cambio, la confitura se elabora con azúcares, pulpa o puré de fruta y agua. La cantidad debe ser como mínimo del 35% y, si el contenido es igual o superior al 45%, puede distinguirse como ''extra''. Las mermeladas y confituras constituyen un buen complemento del desayuno, gracias a su aporte en azúcares -hidratos de carbono simples- y energía con la que afrontar la jornada diaria. A pesar de que persiste la creencia de que contienen muchas calorías, la verdad es que 20 gramos aportan 50 calorías en el caso de las confituras y 35 en las mermeladas.
Fuente: http://www.infoalimentacion.com
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