jueves, 10 de enero de 2013

Feo o fea con suerte



Es que los feos o los que se sienten poco atractivos se esfuerzan más por complacerte o por hacerte sentir importante o a gusto”. Esto fue lo que contesto un experto en el amor cuando alguien le pregunto que porque los feos tienen más suerte que los guapos. Y aunque no siempre es así, podemos ver muchos casos allá afuera donde los guapos no tienen tanta suerte como los feos.
¿Quién recuerda a la mujer o el hombre más guapo o guapa de hace unos pocos, cientos o miles de años? Nadie. ¿Crees que fue Cleopatra, Don Juan, María Félix? Bueno, ellos no sólo fueron recordados por su belleza, sino porque tenían algo más, tenían inteligencia, carisma y sobre todo, sabían cómo hacer sentir especial o único a cada persona. Por ejemplo, Don Juan hacía sentir única en el mundo a cada mujer a la que miraba, sin impacientarse y sin despegar la mirada. ¿Cuál era su secreto? Seducía la intimidad de la persona, no su cuerpo.
Las personas muy atractivas pueden tener, aunque no lo creas, sus complejos. Ser guapo o atractivo no compra la autoestima ni otras cualidades que se deben de desarrollar o cultivar para tener éxito en las relaciones, como la seguridad o aceptación personal, el preocuparnos por hacer sentir especial a los demás, tener consideración, aprecio y humildad al relacionarnos a con los demás.
El punto es que, algunos guapos, pueden tener un pequeño o gran problema: como atraen demasiado fácil, pueden pensar que no tienen que hacer mucho por atraer la atención, lo cual les vuelve despreocupados de intentar el inicio de una conquista, al atraer fácilmente uno podría volverse poco amable, poco paciente o desinteresados tanto en uno mismo con los demás. En algunos casos, un guapo o guapa puede tener aires de superioridad por su misma facilidad de atraer, o pueden sentirse, por otro lado, intimidados o avergonzados de llamar la atención tan fácil.
Por otro lado, no atraer demasiado fácil puede ser un gran problema o desafío (depende de cómo se vea) para los poco atractivos, que necesitan ingeniárselas para llamar la atención desarrollando quizá la amabilidad, la seguridad, el sentido del humor, etc. Por eso, muchas veces los feos o poco agraciados parece que tienen más suerte que los “bonitos”.
Sin embargo, tanto un “feo” cómo un “guapo” pueden sentirse muy acomplejados, uno por no tener recursos físicos para conquistar, y el otro por no poder mantener lo que atrae. Pero si ambos consideran como empiezo que el cuerpo físico no es sino un saco de proteínas que sin “lo de adentro” no sería nada, entonces quizá podremos empezar a transformar nuestra suerte en las relaciones afectivas.
Estar demasiado centrados en el aspecto físico o valorar a alguien desde afuera solamente, equivale a estar mirando la portada de un libro sin abrirlo ni leerlo, o comprarlo sólo por la portada. Si bien la portada o la envoltura de lo que somos es nuestro cuerpo físico, al cual tendríamos que cuidar y amar con respeto y agradecimiento, lo esencial para conquistar proviene principalmente de la conquista que hayamos ganado con nosotros mismos: la conquista de nuestras inseguridades, debilidades, etc., Enamorar a alguien consiste en enamorarnos primero de lo que nosotros somos, crear un mundo personal bello, que la persona, cuando “nos lea”, pueda encontrar cosas bellas e interesantes, cosas que hagan que “nuestra portada” se quede chica.
Una de las grandes ventajas para algunas personas no agraciadas físicamente es que quizá ellas pueden darse cuenta primero que necesitan crearse un mundo personal bello, además que al no tener un físico despampanante, quitan la atención de ahí y dejan de girar en torno a su belleza física.
Sin embargo, no importa como sea tu físico, si eres chaparro, alto, guapo, feo, de ojos azules, negros, o como sean. Deja de girar o de vivir para el cuerpo y las proporciones estéticas, vive para cultivar tu mente y tu mundo interior, y así no solo te volverás atractivo sino alguien inolvidable.

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