"El ejercicio podría vencer a los genes de la obesidad"
Gen "asociado con la masa grasa y la obesidad"
El ejercicio podría ayudar a superar el 'gen de la obesidad'
Investigadores hallan que el riesgo genético es más bajo entre los que se mantienen físicamente activos.
Medlineplus
Las
personas genéticamente predispuestas a la obesidad pueden reducir las
probabilidades de acumular peso si se mantienen físicamente activas,
sugiere un estudio reciente.
Un gran grupo internacional de
investigadores halló que el gen conocido como gen "asociado con la masa
grasa y la obesidad" (FTO, por su sigla en inglés), que se sabe aumenta
el riesgo de obesidad, tiene un efecto 27 por ciento menos potente sobre
los adultos físicamente activos, en comparación con los sedentarios. La
conclusión proviene de un metaanálisis de 45 estudios previos que
analizaban datos de más de 218,000 participantes.
"Creo que es
importante resaltar que no hay que correr la maratón ni apuntarse en el
gimnasio. Tan solo sacar al perro, ir al trabajo en bicicleta, subir por
las escaleras... alrededor de una hora [de actividad] al día, cinco
veces por semana, logrará el efecto que observamos en el estudio",
aseguró la autora del estudio Ruth Loos, líder de grupo del Programa de
Etiología Genética de la Obesidad del Hospital de Addenbrooke en
Cambridge, Inglaterra. "Esperamos que estudios como el nuestro convenzan
a las personas de que incluso cuando son genéticamente susceptibles, un
estilo de vida saludable ayuda a prevenir el aumento de peso".
El estudio aparece en la edición en línea del 1 de noviembre de la revista PLoS Medicine.
Dos
tercios de los estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, así como
casi una quinta parte de los niños de hasta 19 años de edad, según los
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Se sabe que la obesidad aumenta el riesgo de enfermedad cardiaca,
diabetes, accidente cerebrovascular y ciertas formas de cáncer.
Loos
señaló que investigaciones anteriores de su equipo sobre 20,000 adultos
también habían mostrado que la actividad física reducía el efecto del
gen FTO sobre el riesgo de la obesidad, pero que estudios posteriores no
siempre habían llevado a resultados coherentes.
"Lo que nos
sorprendió fue que el efecto [del ejercicio] era más pronunciado en los
norteamericanos que en los europeos", comentó. "Especulamos que podría
deberse al hecho de que los europeos son 'generalmente' menos obesos y
más físicamente activos que los norteamericanos, y que hay un rango más
amplio de IMC [índice de masa corporal] y actividad física entre los
norteamericanos, de forma que el efecto puede ser mayor".
Algunas
de las personas predispuestas al sobrepeso podrían sentir que hay poco
motivo para resistirse a la fuerza de la naturaleza, señaló Loos. Añadió
que, de hecho, un estudio reciente sobre los efectos de las pruebas
genéticas mostró que cuando a las personas se les informaba que tenían
una susceptibilidad genética mayor que la promedio a la obesidad, éstas
aumentaban su ingesta dietética de grasa en los tres meses posteriores,
lo que sugiere que la información genética podría haberles provocado una
sensación de falta de control.
Pero ese fatalismo no está
justificado, señaló, aunque se necesita más investigación para
comprender el impacto de los genes y el ambiente sobre el peso.
El
Dr. Robert Berkowitz, director médico principal del Programa del Peso y
los Trastornos Alimentarios de la Universidad de Pensilvania, señaló
que la epidemia estadounidense de obesidad de las últimas tres décadas
no ha resultado de cambios en los genes, sino de cambios en los hábitos.
"Es
bueno ver que la actividad física realmente puede ayudar a pesar de que
las personas tengan un gen [de la obesidad]", añadió Berkowitz.
"Realmente se trata de una interacción entre genes y ambiente. La
mayoría tenemos trabajos sedentarios, así que no somos tan activos como
hace treinta o cuarenta años. Creo que todo esto dificulta que una
persona se enfrente a un problema de peso".
FUENTES: Ruth Loos,
Ph.D., group leader, Genetic Aetiology of Obesity Programme,
Addenbrooke's Hospital, Cambridge, England; Robert Berkowitz, M.D.,
senior medical director, Weight and Eating Disorders Program, and
associate professor, psychiatry and pediatrics, Perelman School of
Medicine, University of Pennsylvania; Nov. 1, 2011, PLoS Medicine
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